A lo largo de mi infancia me acompañó siempre la típica lámpara de pinza que todos conocemos. Ésta estaba hecha de baquelita, existía de varios colores, me gustaba mucho. También recuerdo que la baquelita se agrietaba con el calor y que me quemaba cada vez que tocaba la pantalla.
Para mí era muy importante que su rediseño fuera acompañado de mejoras claras y evidentes como así ha sido en su producción, en el rendimiento lumínico, en su ergonomía y posibilidad de usos. El resultado ha dado lugar a una lámpara seductora y atrevida, reconocida en el Salón de Paris Maison & Objet, Lumière como mejor producto de iluminación del año 2000.